martes, 7 de septiembre de 2021

Lanzamiento del libro Amor para sanar el mundo


 

El libro de Martín Ortega Carcelén AMOR PARA SANAR EL MUNDO ya está disponible en Amazon, en versión papel, y como libro electrónico, a través del siguiente link:

https://www.amazon.es/AMOR-PARA-SANAR-EL-MUNDO/dp/8409321432/

 INTRODUCCIÓN

Hoy el mundo está viviendo un momento especialmente peligroso. La razón no es la pandemia, la crisis que ha seguido o las guerras. La verdadera razón es el deterioro creciente de las condiciones de vida, que tendrá consecuencias muy serias sobre el futuro de la humanidad y del planeta.

Este ensayo no es un testimonio de esos males. Las catástrofes naturales son cada vez más devastadoras. Hay muchas explicaciones convincentes de lo que está pasando, y los problemas que nos aguardan en el futuro son formidables.

Este libro se dedica más bien a indagar posibles remedios. Existen muchas iniciativas para detener el deterioro del medio ambiente en los campos de la tecnología, la economía, o el derecho.

Sin embargo, ni las medidas estatales o internacionales ni el uso de energías renovables ni tampoco el optimismo tecnológico son suficientes ante la enorme magnitud del problema.

Ante un desafío histórico de esta envergadura, es preciso un nuevo enfoque. La raíz del problema se encuentra en el modo de vida acelerado y consumista que prevalece a escala global. En todo el mundo, los individuos y las sociedades estamos inmersos en un círculo vicioso de consumo, egoísmo, codicia y ambición, que es muy difícil de encauzar.

Ante tal encrucijada, la solución debe buscarse en el terreno ético y espiritual. La medicina que el mundo necesita debe dirigirse a sanar las mentes y los corazones. Su elaboración solo puede ser filosófica y religiosa. Su principal ingrediente debe ser el amor.

El ser humano debería modificar el rumbo destructivo en el que se ha precipitado, y sentirse uno con los demás, con la naturaleza, con la vida y con la Creación. Este ensayo utiliza un enfoque amplio para explorar ese cambio transcendental.

La actitud que necesitamos debería construir sobre experiencias espirituales tradicionales y elaborar una nueva, que introduzca también las enseñanzas de la ciencia, con el fin de afrontar las amenazas de hoy con una perspectiva englobadora.

No será una tarea fácil. La evolución de las conductas requiere movilizar las distintas potencias que duermen en nuestro interior: la razón, la voluntad, la conciencia, la sabiduría, la capacidad de empatía, de entrega y de acción.

Y, sobre todo, el amor, que da sentido a todas las cosas. Es la única vía para seguir contribuyendo a la Creación y evitar la destrucción.

 

INDICE

A grandes males, grandes remedios

Las etapas del camino

1) Vida plena

2) Agradecimiento

3) Alegría profunda

4) Encauzar los instintos

5) Contribuir a la Creación

6) Frenar la destrucción

7) Ampliar los círculos del afecto

8) Aprender a amar

9) Interiorizar las causas del amor

10) Fomentar la justicia

 

La revolución del amor

Los hitos del camino

ESPERO OS GUSTE!

 


lunes, 30 de agosto de 2021

AMOR PARA SANAR EL MUNDO Nuevo libro

 


En septiembre aparece el libro:

 

Martín Ortega Carcelén

AMOR PARA SANAR EL MUNDO

Madrid, Apryo, 2021

ISBN 978-84-09-32143-8

 

Los retos globales, como la contaminación y el cambio climático, son enormes. Este ensayo presenta un camino de reconciliación con los seres humanos, la vida y la Creación a través del amor universal, como vía para afrontar tales retos, contribuir a la Creación y frenar la destrucción que está provocando nuestro modo de vida acelerado.

El punto de partida de este camino de amor universal es el individuo y el punto de llegada es una identificación con la fuerza divina que ha creado todo lo que existe. El sentido de nuestra existencia es contribuir a la Creación, y este sencillo principio permite orientar los objetivos personales y sociales en una época especialmente compleja y sometida a graves peligros.

A partir de su experiencia como profesor de Derecho internacional y relaciones internacionales, Martín Ortega Carcelén ofrece en este libro una visión espiritual para afrontar los problemas del mundo.

jueves, 15 de julio de 2021

Libro de poesía Madre Nuestra

 

En los últimos años he seguido varias líneas de investigación: España en el mundo (que dio lugar al libro España en positivo, 2018), problemas internacionales (por ejemplo, el artículo Lo que está en juego en Europa, 2020) y filosofía centrada en cuestiones actuales.

El ensayo titulado Filosofía de las relaciones globales publicado en 2019 explicaba mi visión de los problemas humanos en el mundo de hoy. Las ideas de aquel libro se basaban en las ciencias naturales y sociales, y se presentaban en un discurso bien ordenado. Pero las mismas ideas eran resultado de profundas reflexiones que necesitaban una expresión poética.

Esta expresión llegó con el poemario Madre Nuestra, publicado por Punto Rojo Libros, Sevilla, en 2020, que puede encontrarse en este vínculo.

Los problemas de nuestro mundo son muy graves y, además del análisis académico, también necesitan una aproximación humanística y espiritual. Este poema es una muestra.

 

MADRE NUESTRA

 

Madre Nuestra, creadora del universo,

vinimos al mundo para disfrutar tus maravillas,

alabada seas, mi voz te canta con todas las gargantas

llenas de alegría y confianza:

¡Gracias!

 

Fuerza de la Creación, ayúdanos a comprender lo infinito,

envía la luz primera, enciende el entendimiento,

impúlsanos a trabajar contigo para hacer un mundo más humano

en esta Tierra frágil que debemos preservar.

 

Madre, quiero hablarte,

pero ¿cómo puedo hacerlo con palabras

si eres origen del universo,

dueña de la vida y la muerte,

riges todo desde el principio de los tiempos

y sigues hoy con nosotros?

 

Gracias por el pan,

vida que recibimos de ti y del trabajo,

cada día es una lucha sin descanso.

Comamos todos de ese pan,

hagamos progresar el milagro de la Creación

y venzamos a los que quieren destruir y acumular.

 

Tu eres Amor y Razón, pasado, futuro y unidad,

nos has dado la consciencia, que permite conocerte,

y un corazón decidido, que impulsa a actuar. 

Amemos la vida sin fin

en nosotros y en los otros,

avancemos con todo lo creado más allá de la muerte,

y evitemos la destrucción que es el mal.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Un mundo de cine

 


La Concha de Oro de un atípico Festival de San Sebastián 2020 ha sido para la película georgiana Dasatskisi /Beginning, que cuenta la vida de una mujer de provincias atrapada entre conflictos, que busca su identidad a partir de su propia cultura e ideologías importadas. Como de costumbre, en el Festival ha tenido mucha presencia el cine de América Latina y las coproducciones internacionales. Cinco películas optaban al Premio Cooperación Internacional que otorga la AECID. Todo esto son buenas noticias, y confirma que el cine se ha convertido en un lenguaje global. El cine es un instrumento poderoso para mostrar las inquietudes y los problemas de sociedades y culturas de todo el mundo, y debemos seguir promoviendo ese terreno de encuentro. Mi amor por el cine viene de lejos, y me recuerda un texto que escribí en 2007 para destacar precisamente que el cine de ficción y documental es una fuente imprescindible para entender las relaciones internacionales. A continuación reproduzco el artículo.

Martín Ortega Carcelén
Un mundo de cine. Relaciones internacionales y séptimo arte.
Política Exterior n. 118, 2007

Ya sabíamos que, a través del cine, puede viajarse en el tiempo instalados en un cómodo sillón. Todos los que contemplamos con asombro las superproducciones de romanos o de temas bíblicos hechas en los años 1950 y 1960 compartimos el placer de vivir, aunque sólo fuera un momento, en aquellas épocas remotas. Ahora también puede viajarse en el espacio a través de un sinfín de películas y documentales recientes, que muestran cómo se vive y se piensa en otras latitudes. El cine es un medio poderoso de explicación del mundo y, a veces, uno entiende mejor lo que ocurre en otros países viendo una película de hora y media que metido en una biblioteca durante semanas devorando gruesos libros.

            La producción cinematográfica ha crecido en todas partes al socaire de la globalización económica. En los más diversos rincones se realizan películas, y la coproducción se ha generalizado e internacionalizado. Esta expansión geográfica ha coincidido con el éxito del documental como instrumento de expresión. Las cintas documentales ya no son meros informes periodísticos sino que añaden, en grado variable, el punto de vista, las posiciones políticas y hasta las obsesiones del realizador, además de su capacidad artística. En muchos casos las fronteras entre ficción y documental se han difuminado, lo que a la hora de la verdad importa poco al espectador si la cinta aporta intelectualmente y se ve con placer. Por ejemplo, Gandhi, una película redonda que recibió nueve Oscars en 1982, quiso ser fiel a la biografía del líder hindú hasta el punto de recrear en color imágenes de época tomadas en blanco y negro. Gandhi puede ser hoy vista como un documental histórico.

Uno de los espacios más fértiles para la creación de filmes internacionales es la frontera entre California y México, muy cerca del que todavía es el centro neurálgico de esta industria mundial. Allí, recientemente se ha producido la película que quizás mejor sintetiza el nuevo cine global: Babel. El director Alejandro González Iñárritu y el guionista Guillermo Arriaga han dado lugar a una obra que recuerda a veces el documental, que disecciona pequeños dramas en diversos países y que también refleja la interdependencia de nuestro mundo. El título hace referencia al mito bíblico según el cual el orgullo humano es castigado con la dispersión de las lenguas a partir de un lenguaje común universal (Génesis, 11). Pero la impresión que deja el filme no es de incomprensión o falta de comunicación entre las diferentes historias. Los problemas se encuentran dentro de cada sociedad. La joven sordomuda japonesa sufre por el rechazo de los suyos. Su padre, lógicamente preocupado por la niña, no hizo mal al dar su fusil al guía durante el viaje a Marruecos. El tiroteo que enfrenta a los míseros pastores y la policía en los riscos del Atlas se produce entre compatriotas, y los turistas norteamericanos se pelean entre ellos sobre cómo salir de aquel atolladero. Es cierto que el guardia de fronteras norteamericano es cargante, pero también es verdad que la decisión de Amelia, la criada, de viajar con los niños a México es temeraria, y la reacción de Santiago (papel interpretado por Gael García Bernal) al querer escapar de los guardias es una locura. Antes que la incomunicación entre culturas, lenguas o países que sugiere el título de Babel, la película subraya que los problemas humanos son similares en todas partes del mundo. Si la globalización añade algo es precisamente una nueva visibilidad de esos problemas, y el hecho incontestable de que estamos condenados a compartirlos. Curiosamente, la comedia española La gran final, otra película global, parte de tres historias en diferentes lugares del mundo para mostrar también que todas las civilizaciones tienen puntos de encuentro, en este caso el fútbol.

Muchos filmes recientes analizan nuestro mundo. Aunque no puede hacerse aquí un catálogo, a modo de ilustración pueden citarse un puñado organizados por regiones. La realidad de África se cuenta muy bien en las más literarias El jardinero fiel, La intérprete o El último rey de Escocia, y también en cintas más cercanas al documento visual como Bamako, sobre el drama de la emigración visto desde Malí, Sisters in law, sobre la lucha de las mujeres por sus derechos básicos en Camerún, y La pesadilla de Darwin, un reportaje duro sobre el desastre ecológico del Lago Victoria, desagradable de ver y discutible en su argumento pero que refleja bien el desgarramiento de las sociedades africanas.

En el mundo árabe, la dulce El edificio Yacoubian, la película egipcia más cara de la historia, es un fresco maravilloso de una sociedad en transición, que fue exhibida en Egipto a pesar de tocar temas como la corrupción política y el islamismo radical. La coproducción argelino-francesa Bled number one de Rabah Ameur-Zaimeche retrata de forma lírica y descarnada las tensiones de la sociedad magrebí. Esta es una de las pocas películas que he visto, junto con Japón del mexicano Carlos Reygadas, ante la cual los espectadores abandonaban molestos la sala de proyecciones. El conflicto árabe-israelí ha inspirado filmes como La novia siria, que relata en clave de boda las enormes dificultades para atravesar una frontera, o Paradise now, sobre el problema terrible de los suicidas palestinos, que fue candidata al Oscar de mejor película extranjera en 2005, así como la magnífica Vete y vive (Va, vis et deviens en su título original en francés), con la historia de un joven judío negro, perteneciente a los Falasha, rescatado de Etiopía en los años 1980, que rehace su vida en Israel.

Los creadores cinematográficos en América han dado lugar a obras muy interesantes últimamente. Diarios de motocicleta, una producción de 2003 en la que participaron Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y Perú, muestra el viaje iniciático de Ernesto Guevara a través de los Andes, en el que descubre una llamada moral y humanista ligada a su vocación de médico, todavía lejos de la actividad política o guerrillera del Che. Nadie puede poner en cuestión la fuerza actual del cine argentino, con obras como El hijo de la novia o El abrazo partido, o la potencialidad del cine brasileño con La ciudad de Dios, que explora la vida en las peligrosas favelas de Río de Janeiro. Pero son las dos fronteras entre el norte y el sur americanos, Cuba y México, las que mejor alimentan la insaciable imaginación de los artistas. La producción norteamericana Antes de que anochezca (2000) de Julián Schnabel sobre la vida del poeta homosexual cubano Reinaldo Arenas y su huida a Nueva York es una obra sobrecogedora que le valió a Javier Bardem la nominación al Oscar como mejor actor de ese año. Desde esas cotas de tragedia a la autocrítica, una coproducción cubano-hispano-alemana dio lugar a la graciosa Guántanamera en 1995, un filme de carretera que sirve para poner al régimen castrista (y a todos los regímenes comunistas) en evidencia, hasta el reciente documental Balseros de Carlos Bosch y Joseph María Domènech reconocido también con una nominación al Oscar de 2003.

La frontera mexicana con Estados Unidos ha propiciado trabajos llenos de energía, que demuestran la enorme riqueza del mestizaje cultural en esa zona, así como las controversias que produce, por ejemplo en Tráfico, 21 gramos, Los tres entierros de Melquíades Estrada, y Babel. Una cuestión emerge entre todas las demás: los desastres que provocan la droga y el crimen organizado. En ese mundo transfronterizo, la descripción realista de los estragos de la criminalidad poco tiene que ver con la imagen bastante idealizada a la que nos tenían acostumbrados las películas de gangsters o sobre la mafia. 

En Asia, tres zonas cuentan con cines de características muy marcadas. Las historias de Bollywood y de otros centros de producción indios sirven sobre todo para entretener, pero también aparecen obras interesantes que, gradualmente, se ven cada vez más en el exterior. Lagaan relata un conflicto antiguo, las relaciones con la potencia colonial (incluida una decisiva confrontación de críquet), que no obstante sigue presente en el imaginario indio, como en todos los imaginarios del tercer mundo. Veer-Zaara, en cambio, cuenta los amores imposibles en el presente entre una pakistaní y un piloto sikh indio. Los cines de India y de su diáspora también tratan las dificultades de adaptación de las comunidades hindúes en el extranjero. Otra área que produce un cine sorprendente es el sudeste asiático. Hace años, y como secuela de la guerra de Vietnam, algunas películas occidentales marcaron la toma de conciencia sobre los abusos internacionales. Apocalypse now, El cazador, El año que vivimos peligrosamente (1982) y The killing fields (1984, traducida, vaya usted a saber por qué, como Los gritos del silencio) son películas memorables que pueden verse todavía ya que no han perdido la frescura de sus respectivas denuncias. Las dos últimas son precursoras del cine global, pues, en ambos filmes, los periodistas de otros países son quienes descubren los excesos de la represión y la guerra, lo que anuncia la vigilancia externa sobre el respeto de los derechos humanos que se ha generalizado desde entonces. El cine actual del sudeste asiático, lejos de continuar esa vena política, describe la vida cotidiana en esa zona con gran sutileza y perfección estética, como El olor de la papaya verde y Pleno verano de Tran Anh Hung.

El cine reciente de China puede sintetizarse bien a través de la carrera de un maestro, Zhang Yimou, que ha pasado desgraciadamente de lo sublime a la superproducción, al pastiche. Sus trabajos tempranos, como Semilla de crisantemo (Ju Dou, 1990) donde una profecía según la que un hijo iba a terminar matando a su padre se cumple, son tragedias tan clásicas como Hamlet. Aunque nos muestran el corazón de China, igual podrían haber ocurrido en la Grecia antigua como en la España profunda del siglo pasado. De ahí su capacidad de comunicar con espectadores de cualquier país. Yimou, quien siempre trabaja con la actriz Gong Li, rueda Héroe (2002), una gran película que ensalza el patriotismo, pero luego degenera hacia epopeyas bélicas llenas de saltos imposibles y sangre a borbotones como La maldición de la flor dorada (2006). Frente a este proceso imparable de transformación de un director de cine en funcionario, otros autores surgen, como Jia Zhang Ke, cuya película El mundo (Shijie, 2004) fue autorizada con reticencias por el gobierno chino a pesar de ser crítica con el sistema. La historia ronda en torno a un parque de atracciones cerca de Pekín en el que se reproducen en miniatura todos los prodigios monumentales del planeta, de las pirámides de Egipto a Manhattan, con el trasfondo de la difícil adaptación de la sociedad al desarrollo vertiginoso de la China actual. La urbanización acelerada es un tema perenne, que ya comenzó en películas realistas clásicas, como las españolas Surcos o El pisito, y se continúa en otros escenarios como el Estambul de hoy con la muy lograda película turca Uzak (2002).



Para terminar, baste dar un par de ejemplos sacados del cine europeo, porque obviamente también puede viajarse por Europa a través de la pantalla. La vida de los otros, ambientada en el estado policial que era la Alemania del Este, es un espejo en el que podemos mirarnos para comprobar cuánto ha cambiado nuestro continente en solo un par de decenios. Viendo este filme, es difícil creer que en 1984, tiempo en el que transcurre el grueso de la historia, estuviésemos tan lejos de la actualidad del siglo XXI. Por otro lado, la atormentada existencia de los Balcanes ha sido reflejada en obras un tanto surrealistas, porque quizás no había otra forma de hacerlo, pero muy sugerentes, como La vida es un milagro de Emir Kusturica. El cine ruso también genera piezas interesantes, como El italiano (2007), que narra las peripecias de un huérfano de seis años que en vez de aceptar la adopción de una pareja italiana huye del orfanato para recorrer Rusia en busca de su madre.

Este repaso al cine de autor en las cuatro esquinas del mundo se refiere en muchos casos a películas que no tienen un gran público. Sin embargo, junto con la explosión de obras cinematográficas minoritarias que se inspiran en la realidad internacional, hay que subrayar que el cine comercial ha cambiado significativamente en los últimos años para prestar más atención a inquietudes globales.

Desde luego, Hollywood ya no es lo que era. Es evidente que algunos grandes géneros o bien se han transformado o simplemente han desaparecido. Las películas bélicas, que dieron lugar a cintas deslumbrantes, están ahora llenas de dudas morales: Tres reyes explica los problemas de soldados norteamericanos que se lanzan por su cuenta a la búsqueda de un tesoro escondido tras la primera guerra contra Saddam Hussein, Salvar al soldado Ryan incide en el lado horrible de la guerra, y Cartas desde Iwo Jima dirigida por Clint Eastwood contempla la guerra del Pacífico desde el punto de vista japonés.

Pero además, en los últimos años las listas de las candidaturas al Oscar muestran una fuerte tendencia hacia la crítica política y las cuestiones internacionales. Las películas de entretenimiento puro con presupuestos astronómicos siguen apareciendo en esas listas, pero los filmes de contenido se cuelan en ellas cada vez más. Así, en las últimas ediciones de los premios de la Academia, sorprende ver, además de algunas mencionadas más arriba, obras como Hotel Ruanda y Diamantes de sangre (otra vez África en su estado sangriento), Syriana (espías e intrigas en el mundo del petróleo), El buen pastor (más espías con problemas humanos) o María, llena eres de gracia (película norteamericano-colombiana sobre el tráfico de droga) entre los filmes seleccionados. Todo esto sin hablar de las categorías mejor película extranjera y documental, que se han llenado de historias espinosas provenientes de países remotos. Lo cual marca un claro cambio de actitud con respecto a la historia de Hollywood, dominada por la homogeneidad de pensamiento y el americano-centrismo.

Es la cara opuesta a los gobiernos del Presidente Bush y su política internacional reducida a la lucha contra un mundo exterior peligroso desde el 11 de septiembre. En Hollywood también, como en el resto de Estados Unidos y hasta puede decirse en el mundo occidental, la vida política se encuentra muy polarizada, pero lentamente una visión más abierta y liberal del mundo se va abriendo paso frente a una concepción retrógrada. Un punto de inflexión en la entrega de los Oscars lo marcó el premio al mejor documental de 2002 que se concedió a Michael Moore por Bowling for Columbine. La obra sirve al espectador una ensalada de ideas poco coherente, porque mezcla la guerra de Vietnam con la intervención en Kosovo en 1999 con la situación de la minoría afro-americana en Estados Unidos, pero tuvo el mérito de llamar la atención de una forma insolente sobre el problema de las armas en manos privadas y las matanzas repetidas que se producen en ese país. Otra de las obras posteriores de Moore, Fahrenheit 9/11, que incide contra las políticas interior y exterior de Bush de manera más sólida, fue premiada en Cannes.

La tendencia a la apertura de la Academia se ha continuado desde entonces porque, entre otros, se eligieron candidatos a los Oscars los documentales Super size me (2004), sobre la comida basura, y Jesus camp (2006) sobre los cristianos evangelistas radicales que indoctrinan a niños menores de diez años para morir por la causa si es preciso, y ese mismo año se entronizó con la estatuilla Una verdad inconveniente, la película en la que Al Gore ha clamado en el mundo entero que, de no poner soluciones rápidamente, nuestra civilización puede terminar destruyendo el planeta.

El cine es un instrumento único de comunicación y de expresión. Durante mucho tiempo monopolio de unos pocos, hoy se realizan películas en cualquier parte del mundo. A las obras de ficción se ha sumado en los últimos diez años el auge del documental. En un mundo globalizado y con los medios técnicos de que disponemos, capturar en imágenes realidades, sentimientos o ideas se ha convertido en una práctica universal, como muestra el éxito meteórico de Youtube. La prensa ha adquirido también una dimensión visual imprescindible.

Frente a estos fenómenos, debemos plantearnos cómo reaccionar. En primer término, la falta de acceso público a obras cinematográficas internacionales interesantes constituye un problema que las autoridades españolas deberían tratar y resolver. Para visionar las películas mencionadas en este artículo (o cualquier otra lista similar que puede proponerse) uno tiene dos opciones: o bien gasta una fortuna adquiriendo los DVD, o bien recurre a la descarga ilegal por Internet si está disponible, y ninguna de estas opciones es satisfactoria. Del mismo modo que existen bibliotecas públicas donde pueden leerse los clásicos universales, no disponemos de videotecas suficientes donde consultar el cine de otros países, y hay que tener en cuenta que los clásicos en este arte no datan de siglos sino que se están haciendo en este momento.

En segundo lugar, la promoción del cine distinto al puramente comercial debe continuar, pero esta promoción debería incluir no sólo el cine europeo, sino también el de otros orígenes. Según las cifras del Observatorio Europeo de lo Audiovisual (www.obs.coe.int), en 2006 las películas producidas en Estados Unidos tenían todavía un 64 % de cuota de pantalla en nuestros cines, mientras las producciones europeas llegaban al 27’6 %, frente a un 25 % en 2005, gracias sobre todo a películas alemanas, españolas y francesas. En España se alcanzó en 2006 la cifra récord de 150 largometrajes. Tanto los esfuerzos oficiales, en España y en Europa, como el genio de nuestros artistas van abriéndose paso. No obstante, la promoción del cine internacional debería reforzarse. Una vía adecuada podría ser la coproducción, como muestra el ejemplo de numerosos filmes recientes en el continente americano. El producir películas multinacionales (entre europeos o entre europeos y otros países) es quizás más difícil pero enriquece el proyecto, y eventualmente puede redundar en su éxito comercial. Es triste ver el número de películas europeas que triunfan en su país de origen pero son invendibles en los vecinos por el simple hecho de que han sido realizadas pensando exclusivamente en el mercado nacional.

Por último, en el serio ambiente de los estudios internacionales, el cine y el documental son percibidos todavía, desafortunadamente, como obras de creación artística o productos periodísticos que no deben cruzarse con los análisis teóricos. Esto es un error. Las universidades y los centros de estudios internacionales europeos deberían mostrar más interés por el cine global. Junto a libros y artículos, podrían asimismo ofrecer videos, películas de ficción y documentales, que sin duda ayudan también a entender la complejidad de un mundo en permanente evolución. 





martes, 23 de junio de 2020

Filosofía de las relaciones globales



Este ensayo examina los problemas que tiene hoy planteados la humanidad. El libro ofrece una nueva perspectiva de la posición del ser humano en el mundo y de las relaciones internacionales, con un enfoque multidisciplinar que utiliza las ciencias naturales y sociales. 

El libro se articula en torno a una serie de preguntas filosóficas. Esta lista da una idea de los temas abordados:    

o   ¿De dónde venimos los humanos?
o   ¿Qué significa la existencia divina?
o   ¿Cómo acercan a la verdad la ciencia y la razón?
o   ¿Existe el progreso de la vida?
o   ¿Adónde se encamina la humanidad?
o   ¿Qué supone ser animales racionales?
o   ¿Qué importancia tienen los instintos en la sociedad?
o   ¿Cómo se extrapolan los instintos humanos?
o   ¿Cómo se controlan los instintos?
o   ¿Continuaremos los humanos la Creación o avanzaremos hacia la destrucción?
o   ¿Vamos hacia un mundo más racional?
o   ¿Existe una civilización global?
o   ¿Cómo se elabora la regulación social?
o   ¿Cómo se forma el derecho en los Estados?
o   ¿Cómo se organizan la gobernanza global y el Derecho Internacional?
o   ¿Es posible hacer un mundo más pacífico?
o   ¿Por qué deben regularse las finanzas internacionales?
o   ¿Por qué el deterioro del medio ambiente lleva a la destrucción?
o   ¿Qué papel tiene el consumismo en nuestras vidas?
o   ¿Cuáles son hoy las grandes amenazas globales?
o   ¿Seremos capaces de evitarlas o estamos condenados a grandes crisis y shocks?
o   ¿Cuál es el destino de la humanidad y del planeta?
o   ¿Qué debemos hacer en las circunstancias actuales?
o   ¿Existe una responsabilidad de actuar para favorecer la Creación y evitar la destrucción?
o   ¿Cuáles son las consecuencias de esa responsabilidad para nuestra vida personal, política y social?


Martín Ortega Carcelén
Filosofía de las relaciones globales
Madrid, 2019      ISBN 978-84-09-16141-6

El libro puede solicitarse a la distribuidora EDISOFER, o puede descargarse en PDF en este enlace:


jueves, 14 de mayo de 2020

Siempre más allá


Siempre más allá,
vendrá un nuevo comienzo,
sentir la primavera es cuestión de voluntad.
Los brazos traerán frutos en silencio
también para el que no espera,
sorpresa cuando naces, cuando envejeces
y cuando el amor te alcanza,
fugaz como un pájaro al partir y al llegar.

La vida es desconcierto
y también la muerte.
No hay verso más cierto
ni imposible de asimilar.
Siente dentro la esperanza
aunque ahora no la veas.
La noche cederá al ungüento de la aurora,
la mente se abrirá
y aparecerá un sol nuevo
que cegará los ojos.

Entonces tu espíritu lo entenderá,
tu corazón se abrirá,
será un tiempo auténtico
y tú llorarás.
Aguanta, ansía, espera,
la vida se renueva,
siempre más allá,
resiste,
resistamos hasta el mar.

sábado, 2 de mayo de 2020

Madre nuestra


Oración dedicada a la Creación.

Para que tenga efecto, leer una vez cada noche durante una semana.